Correr, correr y correr. Cabalgar cada vez más rápido hasta llegar a ser confundida con la brisa del viento. Ser protegida hasta el punto de que los demás den su vida por mí.
Me llamo Alexia, tengo 15 años acabados de cumplir y soy la princesa elfa del Bosque Blanco. Mi pelo es de color rubio dorado y tengo los ojos de color azul.
Nací en… no sé; mis padres dicen que soy biológicamente hija suya, pero siento que no pertenezco a este mundo. ¿Por qué pienso esto? Hace poco tiempo me pasó "algo": creé una esfera de luz cuando estaba en el bosque con mis manos, lo más normal para los magos, lo más anormal para la raza élfica.
¿Nunca has querido cambiar tu destino?
Yo sí.
¿Sabiendo que puede ser una tontería?
También.
¿Pero lo has intentado, a pesar de poder ser algo inútil que no sirva para nada, al menos para intentar escapar de esa cárcel inmortal que es tu destino?
Por tercera vez, sí.
Hace pocos días, mis padres me dijeron que cuando cumpla la mayoría de edad, a los 16 para los elfos, van a casarme con el príncipe del Bosque Verde, un tal Velkan, para fortalecer lazos y más mierdas decoradas con tono rosa chicle para que no parezca tanta mierda.
¿Qué cuál fue mi reacción?
Veamos, una persona normal haría esto: llorar y llorar y desahogarse para, finalmente, afrontar su (fatal) destino.
Mientras que una persona anormal, en cambio, haría lo siguiente: una Tontería; sí, con T mayúscula.
Ajá, lo habéis adivinado: soy del grupo de la persona anormal. ¿Cuál va a ser mi Tontería? Fácil.
Voy a escaparme de casa.
*Dos días después*
Eran ya por lo menos las tres de la madrugada y no habría nadie lo bastante despierto como para verme, así que me levanté de la cama. Como anteriormente ya me había cambiado para salir antes, lo único que me faltaba hacer era coger la bolsa donde tenía lo que me iba a llevar, mayoritariamente eran armas y ropa. Cogí la bolsa, me la colgué de un hombro y salí de mi habitación cerrando la puerta sin hacer ruido.
Bajé por detrás del castillo, donde se encontraban las cuadras y me dirigí hacia una en especial, la cual tenía en su interior un caballo blanco con la crin del color del sol y los ojos violeta. Saqué a Draco de las cuadras y cuando ya estuvimos fuera de los terrenos del castillo monté en mi caballo, poniéndome la capucha de la chaqueta por encima de la cabeza, tap´´andome la cara.
Iba cabalgando cuando hubo una cosa que me desconcertó e hizo que bajara del caballo y mirara hacia el castillo. Me aparté el cabello que estaba delante de la cara y lo pasé por detrás de la oreja, ya que no podía creer lo que estaba viendo: el castillo estaba empezando a arder en llamas, y había mucha gente encapuchada de negro a lomos de caballos también negros con las patas y la nariz ensangrentados.
- Alexandra…- oí como uno de los encapuchados susurraba mi nombre.
Me tapé la boca con la mano para intentar no hacer ruido, pero para mi desgracia pisé una rama que había en el suelo y crujió cuando sintió el peso de mi pie encima, y uno de los encapuchados se giró hacia mí y se acercó. Yo… em, subí corriendo a mi caballo, no iba a quedarme sola enfrente de eso como si estuviera loca. Seguí en mi caballo hasta que a lo lejos pude divisar el puerto, así que di prisa e intenté adentrarme en el puerto.
Llegué al puerto con el sonido de cascos de caballos acompañándome; ya podía ver la en el agua que me llevaría al otro lado del lago (por lo que sabía, los caballos no podían nadar a través del lago).
Lo último que recuerdo fue que me caía del caballo y me hundía en el fondo del lago.
Me llamo Alexia, tengo 15 años acabados de cumplir y soy la princesa elfa del Bosque Blanco. Mi pelo es de color rubio dorado y tengo los ojos de color azul.
Nací en… no sé; mis padres dicen que soy biológicamente hija suya, pero siento que no pertenezco a este mundo. ¿Por qué pienso esto? Hace poco tiempo me pasó "algo": creé una esfera de luz cuando estaba en el bosque con mis manos, lo más normal para los magos, lo más anormal para la raza élfica.
¿Nunca has querido cambiar tu destino?
Yo sí.
¿Sabiendo que puede ser una tontería?
También.
¿Pero lo has intentado, a pesar de poder ser algo inútil que no sirva para nada, al menos para intentar escapar de esa cárcel inmortal que es tu destino?
Por tercera vez, sí.
Hace pocos días, mis padres me dijeron que cuando cumpla la mayoría de edad, a los 16 para los elfos, van a casarme con el príncipe del Bosque Verde, un tal Velkan, para fortalecer lazos y más mierdas decoradas con tono rosa chicle para que no parezca tanta mierda.
¿Qué cuál fue mi reacción?
Veamos, una persona normal haría esto: llorar y llorar y desahogarse para, finalmente, afrontar su (fatal) destino.
Mientras que una persona anormal, en cambio, haría lo siguiente: una Tontería; sí, con T mayúscula.
Ajá, lo habéis adivinado: soy del grupo de la persona anormal. ¿Cuál va a ser mi Tontería? Fácil.
Voy a escaparme de casa.
*Dos días después*
Eran ya por lo menos las tres de la madrugada y no habría nadie lo bastante despierto como para verme, así que me levanté de la cama. Como anteriormente ya me había cambiado para salir antes, lo único que me faltaba hacer era coger la bolsa donde tenía lo que me iba a llevar, mayoritariamente eran armas y ropa. Cogí la bolsa, me la colgué de un hombro y salí de mi habitación cerrando la puerta sin hacer ruido.
Bajé por detrás del castillo, donde se encontraban las cuadras y me dirigí hacia una en especial, la cual tenía en su interior un caballo blanco con la crin del color del sol y los ojos violeta. Saqué a Draco de las cuadras y cuando ya estuvimos fuera de los terrenos del castillo monté en mi caballo, poniéndome la capucha de la chaqueta por encima de la cabeza, tap´´andome la cara.
Iba cabalgando cuando hubo una cosa que me desconcertó e hizo que bajara del caballo y mirara hacia el castillo. Me aparté el cabello que estaba delante de la cara y lo pasé por detrás de la oreja, ya que no podía creer lo que estaba viendo: el castillo estaba empezando a arder en llamas, y había mucha gente encapuchada de negro a lomos de caballos también negros con las patas y la nariz ensangrentados.
- Alexandra…- oí como uno de los encapuchados susurraba mi nombre.
Me tapé la boca con la mano para intentar no hacer ruido, pero para mi desgracia pisé una rama que había en el suelo y crujió cuando sintió el peso de mi pie encima, y uno de los encapuchados se giró hacia mí y se acercó. Yo… em, subí corriendo a mi caballo, no iba a quedarme sola enfrente de eso como si estuviera loca. Seguí en mi caballo hasta que a lo lejos pude divisar el puerto, así que di prisa e intenté adentrarme en el puerto.
Llegué al puerto con el sonido de cascos de caballos acompañándome; ya podía ver la en el agua que me llevaría al otro lado del lago (por lo que sabía, los caballos no podían nadar a través del lago).
Lo último que recuerdo fue que me caía del caballo y me hundía en el fondo del lago.
***** *****
Me hundía en el agua, seguro que me iba a morir. Miré hacia arriba y vi un rastro de sangre que subía desde donde mi cuerpo se estaba hundiendo hasta la superficie del agua, y más allá de esta, podía ver cómo el encapuchado que me perseguía se acercaba al lago para luego dar media vuelta y alejarse con su caballo. Luego todo estuvo en silencio y oí el sonido del agua y pensé que me iba a encontrar con uno de los encapuchados, pero en cambio me encontré con alguien que no estaba ni encapuchado ni de negro me cogía de la cintura y me sacaba a rastras del lago; en medio de toda la acción pude verle al menos la cara: tenía el pelo castaño y pegado a la cara por el hecho de estar completamente mojado, y los ojos de color también castaño. Sin embargo, no pude evitar fijarme en la parte de abajo, tenía… tenía un…
Me desperté en una habitación blanca, con la luz del sol cálida entrando por una ventana que no tenía persianas y me daba en toda la cara, así que cerré los ojos y me tumbé de lado, notando una punzada de dolor recorriéndome todo el cuerpo. Oí el sonido de una puerta abriéndose, y abrí los ojos de nuevo para encontrarme con una persona que estaba de espaldas a mí cerrando la puerta. En el momento en que se giró pude ver que estaba de cara con un elfo de pelo negro oscuro y ondulado en las puntas y ojos de color azul. Se acercó a mi cama y se quedó de pie.
- Hola, Alexia. Bienvenida a Rivendel.- me saludó él primero, y continuó diciendo al ver que yo asentía con la cabeza.- Soy Elrond, el Rey de los Elfos, y tendrás que quedarte aquí por algún tiempo.- dijo tan tranquilamente, como si estuviera hablando del tiempo.
- Pero no entiendo por qué estoy aquí. Es decir, por qué me atacaron lo que sea que fueran aquellas cosas. -dije un poco desorientada. Elrond se giró hacia mí y se sentó en una silla que había al lado de la cama y apoyó sus manos en las rodillas.
- Antaño, Sauron mandó hacer 20 anillos hechos en el volcán de la Desesperación. Tres anillos para los Reyes Elfos, seres inmortales bajo el cielo. Siete para los Señores Enanos en casas de piedra. Nueve para los Hombres Mortales condenados a morir. Uno para el Señor Oscuro, sobre el trono oscuro en la Tierra de Mordor donde se extienden las sombras. Un Anillo para gobernarlos a todos. Un Anillo para encontrarlos, un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las Tinieblas en la Tierra de Mordor donde se extienden las Sombras.
Los seres que te persiguieron fueron, antaño, los Reyes Humanos mortales que, llevados por la codicia y el poder, obedecieron ciegamente las órdenes del Anillo Único y eso que ves ahora es su alma corrompida por el poder del Anillo.- Cuando Elrond terminó de hablar, pude sentir que yo misma me ponía pálida y no dejaba de mirar y girar el anillo que llevaba en la mano. Él me miró y asintió: - Sí, ese es uno de los tres Anillos de los elfos.- Al ver mi cara no del todo recuperada se levantó de la silla y se alejó hacia la puerta.- Será mejor que descanses, todavía no estás del todo recuperada de la herida.
Se dirigió hacia la puerta y se fue, directamente.
Unas horas después me desperté por culpa de un ruido. Delante mía había un chico. Vaya, sí que debía de estar enferma como para no haberme dedo cuenta de su presencia.
Miré al chico de cerca, y no sabía por qué pero me sonaba de algo, hasta que me vino a la mente la imagen de un chico de pelo y ojos castaños acercándose a mí mientras yo me ahogaba en el agua. Lo que pensaba que era un sueño cambió para hacerme ver que era un recuerdo de algo que había pasado; específicamente de cuando casi me ahogo.
- Ya veo que te encuentras mejor.- me dijo él sonriendo. Yo asentí con la cabeza porque el simple hecho de hablar ya me producía dolor en todo el cuerpo.- Bueno, teniendo en cuenta que cuando te traje habías perdido bastante cantidad de sangre.
Me incorporé lo mejor que pude y vi que no dejaba de mirar las blancas paredes de la habitación.
- Las paredes están un poco… vacías, ¿no?- preguntó y yo me encogí de hombros.
- ¿No son todas las habitaciones iguales?- le pregunté yo de vuelta.
- No… bueno, sí, al principio.-yo le miré con una ceja levantada, cosa que le hizo sonreír, y se sentó en la orilla de la cama con los codos apoyados en sus rodillas.- Cuando llegas, la habitación es de color blanco, pero después puedes elegir cómo decorarla con la mente, y si luego no te gusta, pues lo piensas y lo cambias y… pues eso.- dijo terminando y añadió: - Ya te enseñaré mi habitación y verás, y si quieres puedo enseñarte cómo se hace.
- Vale, mola- dije yo.
- Ah, por cierto; Elrond me dijo que si tienes hambre- y en ese preciso momento que dijo "hambre" me sonaron las tripas- y mi sentido batmánico me dice que sí, que te lleve a la cocina.
Yo reí por el comentario que hizo, y no se como lo hice pero conseguí levantarme de la cama. Él me preguntó si podía caminar y yo le contesté que a duras penas podía, comentario que lo hizo reír. Lo seguí a través de un pasillo blanco con un montón de ventanas desde donde se podía verse bosques y patios, y te lo jupi (te lo juro por Snoopy) una súper mega cascada molona que te cagas. Al final de ese pasillo del infierno que era largísimo para mis pobres piernecitas acabadas de recuperarse (lo que yo digo, 10 metros como mucho), llegamos a otra puerta blanca (tanta blancura ya me está fastidiando) y sentí un olor que delicioso era poco decir. Entramos en la cocina, toda de color blanca. De repente, como por arte de magia, apareció una serie de platos de comida encima de una mesa.
Yo me senté a comer mientras el chico se sentaba enfrente mío encima de la mesa y apoyaba los brazos en las rodillas (mira que le gusta esa postura).
- ¿Tú no comes?- le pregunté mientras él apoyaba la cabeza sobre los brazos. Él negó con la cabeza.
- Ya comí antes.
Después de dos platos llenos de algo que no se sabía lo que era pero que estaba buenísimo y el chico no dejara de mirarme, se levantó de la mesa y se dirigió hacia la puerta, haciéndome una señal con la cabeza para que lo siguiera. Íbamos caminando cuando volvió a hablar con los brazos cruzados detrás de su cabeza.
- Vaya, me acabo de dar cuanta de que todavía no me he presentado.- dijo pasándose la mano por el pelo.- Soy Liam, Liam Payne.- añadió sonriéndome de vuelta.
- Encantada. Yo Alexia. Sólo Alexia.- dije señalando la palabra "sólo". Él me miró con cara de "ok, vale, esto es normal" y añadí- y, ¿adónde vamos?
- A ver a Elrond, me ha dicho que quería decirte una cosa muy importante cuando terminaras de comer.
No sé por qué, pero mi subconsciente me dice que algo iba mal, muy mal.
Me hundía en el agua, seguro que me iba a morir. Miré hacia arriba y vi un rastro de sangre que subía desde donde mi cuerpo se estaba hundiendo hasta la superficie del agua, y más allá de esta, podía ver cómo el encapuchado que me perseguía se acercaba al lago para luego dar media vuelta y alejarse con su caballo. Luego todo estuvo en silencio y oí el sonido del agua y pensé que me iba a encontrar con uno de los encapuchados, pero en cambio me encontré con alguien que no estaba ni encapuchado ni de negro me cogía de la cintura y me sacaba a rastras del lago; en medio de toda la acción pude verle al menos la cara: tenía el pelo castaño y pegado a la cara por el hecho de estar completamente mojado, y los ojos de color también castaño. Sin embargo, no pude evitar fijarme en la parte de abajo, tenía… tenía un…
Me desperté en una habitación blanca, con la luz del sol cálida entrando por una ventana que no tenía persianas y me daba en toda la cara, así que cerré los ojos y me tumbé de lado, notando una punzada de dolor recorriéndome todo el cuerpo. Oí el sonido de una puerta abriéndose, y abrí los ojos de nuevo para encontrarme con una persona que estaba de espaldas a mí cerrando la puerta. En el momento en que se giró pude ver que estaba de cara con un elfo de pelo negro oscuro y ondulado en las puntas y ojos de color azul. Se acercó a mi cama y se quedó de pie.
- Hola, Alexia. Bienvenida a Rivendel.- me saludó él primero, y continuó diciendo al ver que yo asentía con la cabeza.- Soy Elrond, el Rey de los Elfos, y tendrás que quedarte aquí por algún tiempo.- dijo tan tranquilamente, como si estuviera hablando del tiempo.
- Pero no entiendo por qué estoy aquí. Es decir, por qué me atacaron lo que sea que fueran aquellas cosas. -dije un poco desorientada. Elrond se giró hacia mí y se sentó en una silla que había al lado de la cama y apoyó sus manos en las rodillas.
- Antaño, Sauron mandó hacer 20 anillos hechos en el volcán de la Desesperación. Tres anillos para los Reyes Elfos, seres inmortales bajo el cielo. Siete para los Señores Enanos en casas de piedra. Nueve para los Hombres Mortales condenados a morir. Uno para el Señor Oscuro, sobre el trono oscuro en la Tierra de Mordor donde se extienden las sombras. Un Anillo para gobernarlos a todos. Un Anillo para encontrarlos, un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las Tinieblas en la Tierra de Mordor donde se extienden las Sombras.
Los seres que te persiguieron fueron, antaño, los Reyes Humanos mortales que, llevados por la codicia y el poder, obedecieron ciegamente las órdenes del Anillo Único y eso que ves ahora es su alma corrompida por el poder del Anillo.- Cuando Elrond terminó de hablar, pude sentir que yo misma me ponía pálida y no dejaba de mirar y girar el anillo que llevaba en la mano. Él me miró y asintió: - Sí, ese es uno de los tres Anillos de los elfos.- Al ver mi cara no del todo recuperada se levantó de la silla y se alejó hacia la puerta.- Será mejor que descanses, todavía no estás del todo recuperada de la herida.
Se dirigió hacia la puerta y se fue, directamente.
Unas horas después me desperté por culpa de un ruido. Delante mía había un chico. Vaya, sí que debía de estar enferma como para no haberme dedo cuenta de su presencia.
Miré al chico de cerca, y no sabía por qué pero me sonaba de algo, hasta que me vino a la mente la imagen de un chico de pelo y ojos castaños acercándose a mí mientras yo me ahogaba en el agua. Lo que pensaba que era un sueño cambió para hacerme ver que era un recuerdo de algo que había pasado; específicamente de cuando casi me ahogo.
- Ya veo que te encuentras mejor.- me dijo él sonriendo. Yo asentí con la cabeza porque el simple hecho de hablar ya me producía dolor en todo el cuerpo.- Bueno, teniendo en cuenta que cuando te traje habías perdido bastante cantidad de sangre.
Me incorporé lo mejor que pude y vi que no dejaba de mirar las blancas paredes de la habitación.
- Las paredes están un poco… vacías, ¿no?- preguntó y yo me encogí de hombros.
- ¿No son todas las habitaciones iguales?- le pregunté yo de vuelta.
- No… bueno, sí, al principio.-yo le miré con una ceja levantada, cosa que le hizo sonreír, y se sentó en la orilla de la cama con los codos apoyados en sus rodillas.- Cuando llegas, la habitación es de color blanco, pero después puedes elegir cómo decorarla con la mente, y si luego no te gusta, pues lo piensas y lo cambias y… pues eso.- dijo terminando y añadió: - Ya te enseñaré mi habitación y verás, y si quieres puedo enseñarte cómo se hace.
- Vale, mola- dije yo.
- Ah, por cierto; Elrond me dijo que si tienes hambre- y en ese preciso momento que dijo "hambre" me sonaron las tripas- y mi sentido batmánico me dice que sí, que te lleve a la cocina.
Yo reí por el comentario que hizo, y no se como lo hice pero conseguí levantarme de la cama. Él me preguntó si podía caminar y yo le contesté que a duras penas podía, comentario que lo hizo reír. Lo seguí a través de un pasillo blanco con un montón de ventanas desde donde se podía verse bosques y patios, y te lo jupi (te lo juro por Snoopy) una súper mega cascada molona que te cagas. Al final de ese pasillo del infierno que era largísimo para mis pobres piernecitas acabadas de recuperarse (lo que yo digo, 10 metros como mucho), llegamos a otra puerta blanca (tanta blancura ya me está fastidiando) y sentí un olor que delicioso era poco decir. Entramos en la cocina, toda de color blanca. De repente, como por arte de magia, apareció una serie de platos de comida encima de una mesa.
Yo me senté a comer mientras el chico se sentaba enfrente mío encima de la mesa y apoyaba los brazos en las rodillas (mira que le gusta esa postura).
- ¿Tú no comes?- le pregunté mientras él apoyaba la cabeza sobre los brazos. Él negó con la cabeza.
- Ya comí antes.
Después de dos platos llenos de algo que no se sabía lo que era pero que estaba buenísimo y el chico no dejara de mirarme, se levantó de la mesa y se dirigió hacia la puerta, haciéndome una señal con la cabeza para que lo siguiera. Íbamos caminando cuando volvió a hablar con los brazos cruzados detrás de su cabeza.
- Vaya, me acabo de dar cuanta de que todavía no me he presentado.- dijo pasándose la mano por el pelo.- Soy Liam, Liam Payne.- añadió sonriéndome de vuelta.
- Encantada. Yo Alexia. Sólo Alexia.- dije señalando la palabra "sólo". Él me miró con cara de "ok, vale, esto es normal" y añadí- y, ¿adónde vamos?
- A ver a Elrond, me ha dicho que quería decirte una cosa muy importante cuando terminaras de comer.
No sé por qué, pero mi subconsciente me dice que algo iba mal, muy mal.